– Los atentados contra las condiciones de trabajo: contestación automática de todas las decisiones tomadas por la persona que está en el punto de mira, críticas exageradas o injustas a su trabajo, atribución sistemática de tareas superiores a sus competencias, creación de dificultades con consignas imposibles de llevar a cabo…
Lo que se pretende es pillar en falta a la persona designada para que aparezca como incompetente; así se le pueden dirigir todo tipo de reproches. Se da cuando el acoso proviene de la jerarquía.
– El aislamiento y el rechazo de la comunicación: marginar a alguien, no dirigirle la palabra..
Son procedimientos que la víctima acusa dolorosamente pero que el agresor banaliza o niega. Las conductas de aislamiento pueden proceder a la vez de los colegas y de la jerarquía.
– Atentar contra la dignidad: burlas, gestos despectivos, palabras descalificadoras.
Es algo de lo que todos nos damos cuenta, pero se considera a la víctima la causante de la situación. Estas reacciones son más propias de colegas envidiosos que fruto de la jerarquía.
– La violencia verbal, física o sexual: amenazas de violencia física, empujones, gritos injuriosos, acoso sexual, acoso que persiste en el exterior con llamadas telefónicas nocturnas o cartas anónimas…
Dicha violencia aparece cuando el acoso está ya bien establecido y todos lo han advertido.